viernes, 2 de julio de 2010

DIA TRES

Comida con el genio de mi hermano y su novia en un restaurant amigo tano-español en Jean Jaures y San Luis. Ravioles bolognesa de locura. Casi que se habla solo de fútbol. Me parece bien.
El trío de anoche viaja a Ezeiza en el mismo taxi que nos trajo la noche anterior. Me entero que Nacho y Gonzalo se conocen hace 3 días. Todo se vuelve mas ridículo y genial. Pensar que en Vip, me dirigia a Gonza con la confianza de aquel que ya tiene derecho sobre ciertas preguntas porque de una forma u otra la intimidad esta asegurada si la amistad entre ellos sopla desde la infancia.
Ahora Nacho y Gonzalo compartiendo en el taxi los mismos comentarios de anoche a las carcajadas. El taxista nos dice “chicos directo a la puerta de embarque, sino ya saben, yo estoy en la puerta”. Pienso que tal vez hoy tampoco viajo y no me molesta, no me molesta lo que pase porque lo que pase es por algo y entonces, que pase ahora.
Llegamos al cheking familiar con el supervisor que me reconoce y no entiende nada, con el olor indoloro de aeropuerto, con los monitores indicando Madrid por tercera vez. Voy a insistir carajo “poneme en la lista para estar en primera”. Nos ponen a los tres en la lista, los tres primeros de la lista, la lista de prioridad. Los van a llamar en la puerta de embarque.
Esta vez todo rápido llegamos a escuchar nuestros nombres. Gonzalo fuma tranquilo en todo metro cuadrado destinado a humarear.
Chequeo las camisetas de argentina que venden a precio turista colgadas en el kiosco junto al avión que espero me lleve a destino. Camiseta que tengo que usar mañana domingo en el partido contra Mexico y que espero verlo en Madrid. No me la compro. No puedo pensar en otra cosa que en mi nombre sonando por los altavoces, en mi tarjeta de embarque brillante llegando a mi mano y el trío listo para descorchar pasando la cortinita.
Las pelotas.
Mi nombre no suena. El de mis compatriotas tampoco.
Me desinflo como una muñeca y acepto el destino de al menos la salida de emergencia que no me puedo quejar. Pensé que el mejor final del blog era contar mis anécdotas del viaje en primera y pensé en mentir y en soñar y en crear ficción. Pero no. Ya haré un blog de Tonta y en sola en primera. Lo prometo. Esta es otra novela.
Viajaremos felices.
El despegue se pone turbulento. El despegue de un vuelo de 12 horas es un momento que evitaría. Pasaría por arriba el despegue.
Me la banco, nos la bancamos con meditación y apretujones. Dura como media hora el samba subiendo seis metros cada medio segundo. Se estabiliza y Gonzalo duerme. De hecho duerme casi todo el viaje y sin pastilla. (nunca me tome una. Hay gente que no concibe viajar 12 horas sin pastilla. A mi dame un vino y la noche anterior casi sin dormir que es el mejor estupefaciente). Cenamos, bebimos, charlamos, escuchamos música, leímos poemas... Nacho escritor me hace sus criticas y yo reconsidero mis palabras. Tipo 4am todo el mundo duerme y nosotros escuchamos una y otra vez la misma canción. Un tema de Fito Paez que nunca había apreciado. No porque no me guste, sino porque a Fito deje de oírlo hace varios álbumes. Y dice así:


A partir de ahí todo resulta inevitable. El aterrizaje en Madrid como siempre liberador. Cada vez que aterrizo en Madrid siento que esta tierra esta llena de estupefacientes. Madrid adorada en mis pies, Madrid que me adora. Maleta recogida sin stress. Vuelta a casa sin sobresaltos. Siesta. Argentina-Mexico. Argentina campeón. Mas campeón desde Madrid.
Mi vuelo programado el 24 llega el 27 y este blog se termina.
Siento el alivio del turista, del que se abre, del avión que marcha bien, del encuentro con gente afín, del retorno a mi otra casa que me hace otra vez mas, una habitante múltiple.
Gracias por vuestra compañía.
Y gracias también a la de Aerolíneas, que aunque una compañía de cuarta, la compañía que me permitió escribir este andar de Tonta y Sola en Ezeiza.

(y también en el cielo)